lunes, 5 de marzo de 2018

LA COMPUTACIÓN TRAIDORA



Software privativo significa, fundamentalmente, que usted no controla lo que hace el software; no puede estudiar ni modificar el código fuente. No sorprende que hábiles hombres de negocios encuentren formas de utilizar su control para poner al usuario en desventaja. Microsoft lo ha hecho varias veces: una versión de Windows estaba diseñada para informar a Microsoft de todo el software presente en su disco duro, una reciente actualización de «seguridad» en el Reproductor Multimedia de Windows exigía a los usuarios aceptar nuevas restricciones. Pero no es solo Microsoft, el software para intercambio de música KaZaa está diseñado de forma que socios empresariales de KaZaa puedan alquilar el uso de su computadora a sus clientes. Estas características maliciosas son a menudo secretas, pero incluso cuando se las conoce es difícil eliminarlas, dado que no se dispone del código fuente.
En el pasado se trató de incidentes aislados, la «computación confiable» los haría omnipresentes. «Computación traicionera» es un nombre más apropiado, pues el plan está diseñado para asegurarse de que su ordenador le desobedecerá sistemáticamente. De hecho, está diseñado para que deje de funcionar como un ordenador de propósito general. Cualquier operación puede requerir una autorización explícita.
La idea técnica en que se apoya la computación traicionera consiste en que el ordenador incluye un dispositivo de cifrado y firma digital, cuyas claves se ocultan al usuario. Los programas privativos utilizan este dispositivo para controlar qué otros programas puede ejecutar el usuario, a qué documentos o datos puede acceder y a qué programas los puede transferir. Esos programas descargarán continuamente a través de Internet nuevas reglas de autorización, e impondrán dichas reglas automáticamente a su trabajo. Si el usuario no permite que su ordenador obtenga periódicamente de Internet las nuevas reglas, algunos servicios dejarán de funcionar automáticamente.

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